La situación política en Malí tras la intervención francesa

Manifestantes en la Plaza de la Independencia (Bamako) AFP 4-07-2012

El golpe de estado que derrocó al presidente Amadou Toumani Touré (ATT) el pasado 22 de marzo 2012 allanó el camino para la pérdida de las tres cuartas partes del país, territorio que hoy las tropas franco-africanas intentan reconquistar de las manos de grupos terroristas, islamistas armados y rebeldes tuareg. A pesar del restablecimiento de la normalidad constitucional en Bamako y en el sur del país, con un presidente interino y un gobierno de unidad nacional, la sombra del joven militar que lideró la asonada, Amadou Haya Sanogo, sigue estando presente en las esferas de poder. Sin embargo, la reciente ofensiva militar de los islamistas armados en el centro del país puede cambiar indirectamente el equilibrio de poderes en el sur. La petición oficial de ayuda a Francia que hizo el presidente Dioncounda Traoré, en el cargo transitoriamente tras el acuerdo de la junta militar y la CEDEAO del 1 de abril 2012, ha reforzado la posición de éste en la escena política del país. En el pasado, el presidente interino Traoré ha sido víctima de la constante intimidación y violencia de los partidarios del golpe que incluso llegaron a intentar su asesinato en el propio palacio presidencial, tras una marcha organizada por las fuerzas políticas favorables a Sanogo.

 En los últimos meses el capitán Sanogo se ha opuesto con vehemencia a la intervención de tropas extranjeras en el país y especialmente a su presencia en la capital, pero la precipitada intervención francesa solicitada por el presidente Traoré y el despliegue franco-africano han sido ampliamente celebrados por la población maliense. De visita a los soldados heridos en los combates y ataviado con el uniforme militar, su boina verde y su ya frecuente bastón de mando que le caracteriza, el capitán ha agradecido el apoyo “capital” de Francia ante la ofensiva yihadista en un cambio de discurso obligado, seguramente, para no perder popularidad y evitar desmarcarse de sus opciones políticas. Desde el cuartel militar de Kati, a 15 kilómetros de Bamako, Sanogo ha actuado como un tercer poder en la sombra junto con el presidente y el primer ministro, y en ocasiones ha ejercido por encima de estos. La prensa maliense ha coincidido en llamar irónicamente a la cúpula que gobierna el país en  transición un “triunvirato”. El joven oficial del ejército, ahora presidente de un comité de seguimiento de las reformas en el ejército -- organismo creado por la transición para él y su camarilla -- ha influido constantemente en las decisiones gubernamentales y en la formación de los sucesivos gabinetes de transición. Su capacidad de influencia fue demostrada explícitamente el pasado mes de diciembre al forzar la dimisión del primer ministro interino. Después de nueve meses, Cheik Modibo Diarra dimitió del cargo tras su arresto por militares próximos a Sanogo, episodio que se ha considerado como un “segundo golpe de estado”. El despliegue de tropas franco-africanas en la capital puede limitar la actuación de la junta y redundar en la seguridad de las instituciones provisionales, desgraciadamente muy acostumbradas a los desmanes del capitán.

 La clase política maliense permanece dividida en dos bloques opuestos desde el golpe de estado. Por un lado, las agrupaciones de asociaciones y partidos considerados pro-junta, liderados por la Coordinación de Organizaciones Patrióticas de Mali (COPAM) y el Movimiento Popular 22 de marzo (MP 22 Mars) aceptan el derrocamiento del ex-presidente ATT por la fuerza y rechazan cualquier presencia militar internacional en Mali. Sus líderes han recibido la intervención de Francia con silencio, quitando importancia a la implicación francesa cuando se refieren a la reconquista y centrando su discurso en el apoyo al esfuerzo del ejército en el norte. Un día antes de la llegada de la ayuda militar francesa, los líderes y seguidores de estas formaciones se manifestaron multitudinariamente en las calles de la capital para presionar una vez más al presidente interino Traoré y para reclamar la celebración de concertaciones nacionales para una nueva transición. Por su parte, los partidos contrarios al golpe, agrupados en el Frente Unido por la Salvaguarda de la Democracia y la República (FDR), reclamaban la operación internacional desde hace meses como la única medida para limitar la influencia del poder de Sanogo. El contexto de la liberación  del norte y la votación por la Asamblea Nacional de la ampliación del estado de emergencia por tres meses más han calmado por el momento los ánimos de los partidarios pro-junta, cuya reclamación anti-intervencionista contrasta con la simpatía de la población maliense hacia la presencia militar franco-africana.

La crisis política que vive Mali desde el golpe de estado del 22 de marzo 2012 se ha aliviado con la intervención militar de Francia y algunos estados africanos, pero si, paralelamente al combate de los terroristas en el norte, no se avanza en el restablecimiento de la normalidad democrática en el sur la inestabilidad política en Mali puede resurgir.

DAVID NIEVAS