Votar en MENA en tiempos de COVID-19: Cuando el umbral del 30% revela otras enfermedades

Urna casi vacía en un colegio electoral de Argelia (1-11-2020)

Las tres últimas elecciones celebradas en el Magreb y Oriente Medio (MENA) seguidas y analizadas por OPEMAM (Argelia, Jordania y Egipto) durante el último trimestre del año 2020 dejan a las claras una manifiesta desafección electoral que se ha traducido en cifras mínimas de participación: 23,1% en Argelia, 29,9% en Jordania y 28,7% en Egipto, todas ellas citas importantes con las urnas que no han logrado alcanzar el 30% de participación. Pudiera pensarse que el impacto de la COVID-19 es el principal responsable de este alejamiento electoral, pero hay suficientes contraejemplos que prueban lo contrario tanto dentro como fuera de la región.

Es cierto que en Irán, las elecciones legislativas de febrero sólo llevaron a votar al 42,57% en la primera ronda y que la segunda ronda tuvo que posponerse hasta septiembre. Pero en Israel, a pesar de tener que ir a votar por tercera vez en apenas 1 año, la participación alcanzó el 71% en marzo de 2020; mientras en Estados Unidos, el país más afectado del mundo por la COVID-19, se llegó al récord histórico doble, de participación, 66%, habituado a cifras muy bajas, y de votos obtenidos por los candidatos, con más de 80 millones de votos para el presidente electo Joe Biden. Por tanto, la COVID-19 no es el factor determinante en la participación electoral; demuestra que cuando hay algo verdaderamente importante en juego, la ciudadanía acude a votar o utiliza todos los medios (voto adelantado, voto por correo) para hacerlo de manera segura.

 

País

Tipo de Elección

Celebración

Tasa de participación

Argelia

Referéndum constitucional

1 de noviembre de 2020

23,1%

Jordania

Elecciones legislativas (cámara baja)[1]

9 de noviembre de 2020

29,9%

Egipto

Elecciones legislativas (cámara baja)

24-25 oct. Hasta 7-8 diciembre 2020

28,75% (media de las dos fases)

 

Por otro lado, podría pensarse que el rechazo a las urnas tiene que ver con una desmovilización de la sociedad, algo que tampoco es necesariamente cierto. En el caso de Argelia, se da, por el contrario, una elevada movilización social y política que se conoce como el Hirak popular y que comenzó en febrero de 2019.

Es verdad que la COVID-19 ha obligado a prohibir las manifestaciones, pero el activismo ciudadano lejos de apagarse se ha trasladado a otros espacios, mayormente virtuales, que no son sin embargo ineficaces, sino todo lo contrario, como demuestra el apoyo al boicot electoral del pasado 1 de noviembre.

El cambio de sistema electoral emprendido por Jordania en los últimos años parece incapaz de generar una efecto de atracción del electorado como ha quedado bien patente. El paso en 2012 de un sistema SNTV (single non-transferable vote) a un sistema mixto (que combina candidaturas individuales y de lista, si bien las primeras son dominantes) no parece haber introducido estímulo suficiente en la ciudadanía (la participación subió ligeramente al 56,5% en 2013, para bajar después al 36,1% y desplomarse en 2020 por debajo del 30%) y, sobre todo, no permite integrar a la población de origen palestino en el dominante sistema tribal-clientelar que sostiene a la monarquía.

Por otro lado, la exclusión de determinados actores políticos del juego parlamentario (los Hermanos Musulmanes, especialmente) tanto en Egipto como en Jordania sí parece provocar un retraimiento electoral sustancial.  Si bien en Jordania, existe una pequeña ventana electoral para los HM, que pueden competir junto con fuerzas cristianas, el abanico de entrada es ciertamente estrecho debido a que la reserva electoral es muy limitada. En Egipto, el juego político actual, definido por algunos como neo-mubarakismo, permite concurrir electoralmente a las fuerzas supuestamente más radicales del islam político, los salafíes, pero no a la poderosa Hermandad de los Hermanos Musulmanes, proscrita y perseguida dentro y fuera de Egipto.

Por último, cabe plantear cuál será el efecto de este contexto para las futuras elecciones marroquíes de 2021, 5 comicios en total.  La incidencia de la COVID-19 en Marruecos es moderadamente alta y empieza a haber una fuerte preocupación por la situación de los centros de salud durante esta segunda ola de la pandemia. Pero más que la pandemia, las autoridades marroquíes estarán seguramente más preocupadas por el clima social y político reinante.

Debido a la reforma de la Constitución de 2011, se adoptó un calendario electoral que hace coincidir cada cinco años los mandatos  de todos los órganos electos del país:  cámara baja y cámara alta del Senado, corporaciones municipales y prefecturas, consejos regionales y cámaras profesionales. En septiembre de 2021 está previsto que se celebren en el mismo día elecciones a la Cámara baja, a los ayuntamientos y a los consejos regionales.  El problema no sólo es que se trata de períodos excesivamente largos de representación (algunos países tienen incluso mandatos legislativos de 3 años como Nueva Zelanda o renuevan cada dos años sus dos cámaras como EEUU), sino que hacer coincidir tantas elecciones puede resultar contraproducente y hasta arriesgado. Si bien se consigue un ahorro de costes electorales notable, el riesgo evidente es,  por un lado, que una sola fuerza política barra en todas las elecciones obteniendo así una cuota de poder abrumadora, lo cual es poco probable en el sistema político marroquí; pero el otro inconveniente es que o bien una pandemia como la que vivimos puede afectar a los 5 comicios a la vez (retrasándolos) creando una situación anómala de vacío de poder y limbo jurídico o bien arrojar, si se celebran finalmente, cifras mínimas de participación (en 2016, la participación fue del 46%), no ya solo debido a las consecuencias sociales y económicas de la COVID, y al miedo de contagio el día de la votación, sino sobre todo al posible descrédito y desconfianza de las instituciones que hace que la ciudadanía no perciba que con su voto se está jugando nada decisivo en estas convocatorias.

 

 

 

 

 




[1] En Jordania, el Senado está compuesto de 65 senadores, todos los cuales son designados por el rey para servir mandatos de 4 años. Fueron renovados en septiembre de 2020.