El jefe de la Autoridad Judicial obtuvo el 61,9% de los sufragios, pero sólo votó el 48,8% del padrón.
TEHERÁN.- El conservador Ebrahim Raisi ganó la elección presidencial iraní con 61,9% de los votos, según los resultados definitivos difundidos este sábado que dieron cuenta también que la participación fue de 48,8%, la más baja de la historia, tras el veto a la presentación de sus principales adversarios.
Las cifras fueron anunciadas por el ministro del Interior Abdolfazl Rahmani Fazli, un día después de celebrarse los comicios que definieron al sucesor del reformista de Hassan Rohani sin necesidad de una segunda vuelta.
”Con la bendición de Dios, haremos lo mejor para que la viva esperanza de un futuro que hay ahora en el corazón de la gente, crezca más”, dijo Raisi y agregó que quería reforzar la confianza de la ciudadanía en el gobierno para una “vida brillante y agradable juntos”.
tasa de participación se estableció en 48,8%, es decir la más baja para una elección presidencial desde la instauración de la República islámica en 1979. La abstención batió así el récord del 57% de las legislativas de 2020 y quedó muy por debajo del 73% que sufragó en 2017 para la reelección de Rohani.
Se esperaba que Raisi, un clérigo chiíta de 60 años que personalmente está sujeto a sanciones estadounidenses por presuntos abusos contra los derechos humanos, ganara la contienda electoral, gracias al apoyo del líder supremo, el ayatollah Ali Khamenei.
El malestar social en el país de Medio Oriente más golpeado por el coronavirus, las sanciones económicas estadounidenses y la descalificación de cientos de candidatos ya hacían prever una magra participación.
Khamenei, celebró hoy la elección ganada por Raisi como una victoria de la nación contra la “propaganda del enemigo”, ante los llamados de abstención por el veto previo de todos los candidatos reformistas que se suponía tenían más chances.
”La gran ganadora de las elecciones de ayer es la nación iraní porque se ha levantado otra vez frente a la propaganda de la prensa mercenaria del enemigo”, dijo.
Por el contrario, la oposición iraní en el exilio aseguró que el “boicot” a las elecciones fue “el mayor golpe político y social” al régimen teocrático del país. ”El boicot probó y demostró al mundo que el único voto de la gente de Irán es derribar este régimen medieval”, indicó en un comunicado la líder del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (NCRI), Maryam Rajavi.
Según los datos, el general Mohsen Rezai, un excomandante en jefe de los Guardianes de la Revolución y uno de los imputados por la causa AMIA en Argentina, quedó en segundo lugar. Detrás se ubicaron el expresidente del Banco Central y el único considerado moderado de la contienda. Abdolnasser Hemmati y el diputado Amirhosein Ghazizadeh-Hashemi.
En mensajes en Instagram, Twitter o retransmitidos por los medios de comunicación iraníes, los tres candidatos que enfrentaron a Raisi reconocieron rápidamente la victoria del conservador.
La votación se extendió hasta las 2 de la mañana del sábado para incentivar la participación ante la pandemia de Covid-19 que dejó oficialmente cerca de 83.000 muertos en una población de 83 millones de habitantes.
Una campaña apática
Jefe de la autoridad judicial, Raisi, de 60 años, era archifavorito para esta elecciones ante la falta de competencia real tras la descalificación de sus principales adversarios.
La campaña fue apática, con pocos afiches electorales en la capital Teherán, la gran mayoría de los cuales mostraba el rostro austero de Raisi con su habitual turbante negro.
Raisi se presentó como el líder de la lucha anticorrupción y defensor de las clases populares que perdieron poder adquisitivo por la inflación. Asumirá la presidencia en agosto al suceder a Rohani, un reformista que apostaba por una mayor apertura internacional y una ampliación de las libertades individuales.
Las esperanzas surgidas con su elección se transformaron en decepción con la retirada de Estados Unidos en 2018 del acuerdo nuclear iraní firmado tres años antes en Viena y el restablecimiento de las sanciones estadounidenses. Esto agravó el descontento y el país, por razones económicas pero también políticas, vivió dos olas de protestas a fines de 2017 y principios de 2018 y en noviembre de 2019, ambas reprimidas.
Para la oposición en el exilio, Raisi es la encarnación de la represión y su nombre está asociado a las ejecuciones en masa de detenidos de izquierda en 1988, aunque él niega toda participación. La prioridad del próximo presidente sin duda será la recuperación económica. En este punto, todos los candidatos coincidieron en decir que ello requiere levantar las sanciones estadounidenses impuestas bajo el gobierno de Donald Trump, objeto de negociaciones en la capital austriaca para salvar el acuerdo de Viena y reintegrar a Estados Unidos.
Agencias Reuters y ANSA
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