Algo más que un referéndum constitucional

Foto de Bora S. Kamel, bajo licencia de Creative Commons Flickr

El Alto Comité Electoral, órgano encargado de supervisar y organizar el referéndum constitucional celebrado en Egipto los días 14 y 15 de enero de 2014, anunció los resultados de dicho referéndum el sábado 18 de enero. Con una participación del 38,6% de los 53 millones de egipcios y de egipcias con derecho a voto –es decir, cerca de 21 millones -, un 98,1% optó por aprobar el nuevo texto.

Es inevitable comparar estos datos con los del pasado referéndum, el celebrado bajo la presidencia del islamista Mohamed Mursi en diciembre de 2012 y que contó con un 32,9% de participación – 17 millones de ciudadanos con derecho  a voto-; es decir, en esta convocatoria casi cuatro millones más de egipcios y de egipcias han ido a votar y esto a pesar de la llamada al boicot de los Hermanos Musulmanes, de algunos sectores salafíes y de otros grupos islamistas como al Gama’a al Islamiya. La Constitución de 2012 fue aprobada con un 64% de votos afirmativos, lo que significó que 10 millones de egipcios aceptaron dicho texto, mientras que en este último referéndum, la constitución fue aprobada por el doble de ciudadanos (20 millones).

Con estos resultados, se ha cumplido uno de los objetivos de quienes ostentan el poder y respaldan el proceso político en la actualidad en Egipto -los militares, partidos políticos tradicionales, parte de las fuerzas salafíes y un sector de las fuerzas revolucionarias-. Han logrado legitimar en las urnas la hoja de ruta presentada el 30 de junio de 2013,  para la cual ya contaban con la legitimidad de la calle.

Es verdad que un sector importante de la población ha mostrado su respaldo al gobierno interino surgido tras el 30 de junio, y a la tutela militar representada en la carismática figura del general Abdel Fatah al Sisi, votando afirmativamente por el nuevo texto constitucional sin prácticamente haberlo leído. Se trata de los egipcios y egipcias que desean, transcurridos tres años desde el estallido de la revolución, cierta estabilidad tanto política como económica y, sobre todo, una mejora  en sus condiciones de vida.

Pero la participación no ha sido la esperada por los actuales gobernantes ni por los medios de comunicación afines. Sobre todo si consideramos la abrumadora campaña a favor del sí que inundó ciudades, pueblos y canales de televisión y de radio de todo el país. Entre las organizaciones no gubernamentales, tanto internacionales como nacionales, que participaron como observadoras del proceso (Transparency International, Carter Center, One World Foundation, entre otras) destaca la ausencia, desde las semanas previas a la celebración del referéndum, de voces partidarias del no o del boicot en medios de comunicación privados o estatales. Incluso llegaron a ser arrestados varios jóvenes que repartían propaganda a favor del no. Para que el régimen actual saliese todavía más reforzado, el porcentaje de participación debería haber sido mucho más elevado. Y es que no todos aquellos que quieren que la Constitución se apruebe, están a favor del general al Sisi y de su probable candidatura a la presidencia del país.